Es una terapia reguladora que ejerce su acción a través del sistema nervioso, especialmente el vegetativo (simpático y parasimpático), inyectando pequeñas cantidades de un anestésico local (procaina) en bajas concentraciones en puntos específicos del sistema nervioso con una finalidad diagnóstica y terapéutica, pero no anestésica.
Todas las partes de nuestro cuerpo están relacionadas entre sí mediante el sistema nervioso vegetativo.
Cualquier irritación sobre esa red nerviosa (cicatrices, infecciones, intervenciones quirúrgicas, estrés emocional, problemas odontológicos…) puede alterarlo y aparecer síntomas diversos en cualquier zona de cuerpo. La finalidad de la terapia neural es neutralizar esas irritaciones que, a lo largo de la vida de la persona, han ido afectando su tono neurovegetativo para que lo conduzca de nuevo al equilibrio.
La indicación y la realización del tratamiento deben ser llevadas a cabo por un médico después de haber realizado la historia de vida del paciente y una exploración minuciosa.
Su eficacia y rapidez en el tratamiento del dolor agudo y crónico, así como en un gran número de situaciones patológicas de tipo funcional, tanto en adultos como en niños, además de una muy baja incidencia de efectos secundarios (baja yatrogenia), la convierte en una excelente herramienta (principal, complementaria o alternativa).